La mayoría de las veces, los niños y los adolescentes efectúan constantemente conductas que no son del agrado del adulto. Estas conductas suelen ser producidas por un malestar emocional interior creado a partir de diferentes experiencias emocionales vividas, desencadenándose así llamadas de atención constantes.

Muchos os preguntareis el por qué de estas llamadas de atención, y más todavía cuando queréis a vuestros hijos como a nadie, le prestáis vuestra atención, os preocupáis y os implicáis tanto como podéis, pero esto no acaba de ser suficiente para acabar con esta llamada de atención, la cual puede mostrarse a través de rabietas, llantos, violencia, malas contestaciones, etc…

Ahora bien, aunque queráis muchísimo a vuestros hijos, ¿les queréis como a ellos les gustaría ser queridos? Si ya tenéis respuesta a vuestra pregunta, y os estáis preguntando que podríais hacer para quererles mejor, os lo indico a continuación.

Evidentemente, para tener una buena relación entre dos personas, hace falta dedicar tiempo y cariño, pero además, que este tiempo que dedicamos sea positivo. El tiempo lo podemos emplear en hacer cosas cotidianas juntos y hacerlas con alegría. Sin embargo, en muchas ocasiones, bien sea por nuestra vida ajetreada, por falta de tiempo o por discusiones o enfados por algo sucedido, este tiempo que solemos dedicar se puede ver afectado de una manera u otra, es por eso, que os quiero proponer una receta para que siempre, pase lo que pase, tengamos un tiempo feliz y consciente con las personas que queremos.

Se trata de la “Receta de los 10 minutos de calidad” y sirve para mejorar la relación entre dos personas. ¡Siempre entre dos! Las relaciones siempre son de hijo-padre, hermana – hermano, madre-hijo, etc… Es importante que cada miembro de la familia la realice con cada persona a nivel individual, dado que las relaciones son siempre de dos y es más fácil estrechar lazos entre ambas personas.

Para efectuar esta receta es necesaria la anticipación del día de cada una de las personas implicadas. Es decir, verbalizar qué se hará a lo largo del día hasta el momento de por fin encontrarse ambas personas. Una vez llegados a este punto, el adulto deberá proponer un tiempo (mínimo de 10 minutos, pero puede ser mucho más) para que el niño/a o adolescente elija qué hacer de manera libre. Una vez hecha la elección y llegado el momento de realizarla, se deberá cumplir siempre.

No valen excusas, no vale el cansancio, no valen todas las tareas pendientes que tiene por hacer cada uno. Si el niño o adolescente ha efectuado alguna conducta que no ha sido de nuestro agrado, no importa, ya se hablará en otro momento. No hay excusas. Este tiempo es sagrado y no se puede modificar (a no ser que sea una causa de fuerza mayor), ya que si se hace, será un ataque a la confianza y a la autoestima de la otra persona.

Es necesario cumplirlo, por qué al fin y al cabo, cuando queremos a una persona, siempre hay tiempo para ella, y eso es lo que debamos demostrar, porqué pase lo que pase, siempre estaremos allí, aunque tan solo sea por 10 minutos.

Artículo de Marina Cano Estanislao

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